La fuerza y vitalidad de su obra sitúan a Francis Bacon entre los mayores artistas del siglo XX. La vehemente intensidad de su pintura, que expresa la angustia existencial de sus contemporáneos, prácticamente no tiene equivalentes en la historia del arte. La obra de Bacon (1909-1992) incluye sin duda algunas de
las pinturas más extraordinarias e intensas del arte moderno, que reflejan el aislamiento y terror de la condición humana, transmitidos por los rasgos distorsionados del cuerpo desnudo. Este volumen ¿que se une a la celebración del centenario del nacimiento del artista y a las próximas exposiciones en Tate Britain, Londres; Museo del Prado, Madrid, y Metropolitan Museum, Nueva York¿ incluye las series de retratos y autorretratos; las variaciones en torno al retrato de Velázquez del Papa Inocencio X, de extraña y al mismo tiempo aterradora belleza; el desgarrador movimiento de la Crucifixión, los enigmáticos estudios de figuras, así como doce desplegables con sus sobrecogedores trípticos. Las 240 pinturas fueron seleccionadas por el artista, que se involucró activamente en todo lo relativo a las reproducciones de esta monografía.