65 millones de personas han tenido que huir de sus hogares por la violencia, el fanatismo o la pobreza. Es como si todos los habitantes de España y de Portugal tuvieran que abandonar sus hogares. La cifra más alta de la historia de la humanidad. Nueve de cada diez refugiados están en países limítrofes a los suyos, la mayoría pobres. En los últimos cinco años, una pequeñísima parte ha llamado a las puertas de la Europa defensora de los derechos humanos. Y les hemos cerrado las fronteras, encerrado entre alambradas o conducido a una muerte casi segura en el mar. A los que sobreviven, en ocasiones, se los criminaliza para justificar decisiones xenófobas e ilegales. Todo esto está ocurriendo en países que han suscrito normas internacionales sobre asilo y refugio y, por lo tanto, están obligados a cumplirlas Europa y España deben ser garantes de sus propias normas, incluidas las que prohíben las devoluciones en caliente. Pero las cifras son frías y conviene no perder de vista que detrás de cada una hay una persona con derechos que deben ser garantizados. Para eso la Abogacía Española ha organizado la Exposición #DerechosRefugiados 11 vidas en 11 maletas que recoge las historias de Aladín, Iboun, Imán, Jeanne, Karim, Morad, Thierry, Sajad, Suleika, Zeinab y Libertad. Seres humanos con los mismos derechos que nosotros. La Abogacía Española está comprometida en la defensa de esos derechos. Porque vulnerarlos no es solo privar a tantos seres humanos de su humanidad. Es expulsarnos a nosotros mismos de ella.