La traición es un concepto muy ambiguo que se ha empleado desde siempre para combatir a enemigos políticos pero también para justificar fracasos. La traición es el más grave de los pecados en la tradición occidental, y no existe delito peor considerado que éste que consiste en defraudar la confianza ajena. No obstante, la Historia mundial se ha forjado en gran medida sobre un alud de traiciones que han alterado el curso de los acontecimientos, a menudo con resultados imprevistos. Desde el apóstol maldito, Judas Iscariote, hasta el colaborador que vendió a la CIA el escondrijo de Osama ben Laden, pasando por Efialtés, el conde don Julián o Mata-Hari, Traidores que cambiaron la Historia cuenta el relato de estos personajes denostados pero también determinantes en el devenir histórico. Y no sólo los casos más conocidos o evidentes, sino también otros de consideración más discutida pero que, en su momento, fueron tenidos por traidores: el faraón Akenatón, los patriotas americanos de George Washington a Simón Bolívar, los revolucionarios bolcheviques, el general Franco... Todos, a su manera, cometieron actos que en su momento fueron tachados de traición por los gobiernos a los que combatieron. Los Rosenberg, Dreyfus, Benedict Arnold... todos ellos traidores en alguna medida, pertenecientes a una estirpe que, si pudiéramos creer lo que dicen los textos sagrados, comenzó antes de la propia Creación, con el levantamiento de un grupo de ángeles contra el poder de un dios malhumorado. La traición puede ser, al menos en parte, una forma más de rebelión. Traidores que cambiaron la Historia tal vez le ayude a resolver esta duda milenaria.