Herederos de un humanismo antiguo y radical, los estudios culturales constituyen, como señala Antonio Lastra en esta obra, ""la respuesta contemporánea más exigente a las cuestiones suscitadas por una historia terminable e interminable a la vez, pero, como disciplina y como método de investigación y transformación de la realidad, los estudios culturales se enfrentan a dilemas casi insolubles"". En el trayecto para la construcción de esa respuesta, 'Ecología de la cultura' -que comienza con una consideración sobre la naturaleza y concluye con una reflexión sobre la cultura- también puede ser leído como un estudio que va del desmoronamiento del mundo en el poema de Lucrecio a la indagación del dominio de la naturaleza por el hombre. Provisto de procedimientos que proceden de la filosofía y de la poesía, la filología y el psicoanálisis, la religión, el cine o la antropología, Antonio Lastra inscribe su ""ecología de la cultura"" en una vertiente político-antropológica de los estudios culturales en la que la relación ""entre la naturaleza en general y la cultura es determinante para la comprensión de la naturaleza humana en particular"".