La figura goyesca que mira atónita a la muerte en "Tristes premoniciones de lo que ha de acontecer" se pierde en la pregunta de la identidad. No es músico y no sabe que en la modernidad las respuestas al alcance del sujeto surgen sólo de negociar significados. Frente al personaje de la estampa que parece despojado de sí mismo y se entrega incondicional al observador, la música, y en particular el teatro musical, facilitaba la confección de disfraces con los que deslumbrar al Otro y así construir un espacio propio donde sobrevivir. Los autores españoles que aquí se estudian experimentaron la expulsión, el fracaso y la reinvención de su identidad a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Su particular relación con el fenómeno musical replanteaba el conflicto presentado por Goya entre ideología y subjetividad, disciplina y libertad. Los actos de 'escuchar' e 'interpretar', concebidos como respuestas del Yo a su caída en la negatividad existencial, ofrecen un hilo conductor para reflexionar sobre el advenimiento de la conciencia moderna.