El sentido del gusto, quizás el más íntimo de nuestros cinco sentidos, ha sido tradicionalmente considerado como poco adecuado para analizarlo con una cierta seriedad: demasiado físico, demasiado particular y personal. No obstante, además de provocar placer físico, comer y beber son acciones que atesoran un valor simbólico y estético en la vida de las personas, e inspiran continuamente a escritores y artistas. Carolyn Korsmeyer explica cómo ha llegado el gusto a ocupar un lugar tan bajo en la jerarquía de los sentidos y por qué merece una mayor atención y respeto. Korsmeyer comienza con los grandes pensadores griegos, que clasificaron el gusto como un sentido inferior y meramente físico. Luego aborda los paralelismos entre los conceptos de gusto estético y percepción gustativa que encontramos en el origen de las teorías estéticas modernas. A continuación, presenta una visión científica del funcionamiento real del gusto e identifica múltiples componentes en las experiencias gustativas. Centrándose en los objetos del gusto ?la comida y la bebida?, observa los diferentes significados que han adoptado en el arte y en la literatura, así como en la vida cotidiana, y propone un acercamiento al valor estético del gusto que reconozca el papel representativo y expresivo de la comida. La consideración de Korsmeyer respecto al arte incluye obras que utilizan la comida en contextos sagrados o profanos, que buscan estimular el apetito o bien reprimirlo. Su selección de pasajes literarios reúne narraciones de festines macabros e historias de afinidades surgidas en torno a una mesa. Con sus espléndidas ilustraciones y su prosa clara y atractiva, El sentido del gusto es un aperitivo para todos aquellos que sientan curiosidad por conocer el verdadero significado de una experiencia de los sentidos tan universal como profundamente personal.