Aquellos que aún ríen con el Keaton de celuloide es seguro que tampoco podrán contenerse con este Keaton de carne y hueso, que se anunciaba como la «bayeta humana» y al que Joe Keaton, su padre, lanzaba, estrellaba, arrastraba y vapuleaba por los escenarios de los Estados Unidos de principios de siglo veinte haciendo las delicias del público. La hipócrita «Sociedad para la Prevención de la Crueldad con los Niños», que nunca comprendió que quien más disfrutaba con la aparente violencia del espectáculo era el pequeño Buster, trató una y otra vez de prohibir el número de los Keaton, contribuyendo a su bien ganada fama de ser el número más violento de la historia del vodevil. En Slapstick Keaton nos cuenta además sus inicios en el cine junto a Fatty Arbuckle, su paso por Francia como soldado en la Primera Guerra Mundial y sus elaboradas, carcajeantes y temidas bromas en Hollywood, pero también nos habla, y muy en serio, de su trabajo en el mundo del cine, del rodaje de sus películas, de su innombrable primera esposa y de su afición a la bebida. Por las páginas de este divertidísimo libro desfilan personajes tan míticos como el mago Houdini, Chaplin Griffith, los hermanos Marx, Greta Garbo, Samuel Goldwyn o Irving Thalberg. La mirada de Keaton, limpia e ingenua, nos revela cómo eran el verdadero Hollywood y sus primeros pobladores antes de que llegaran las hordas de ejecutivos y burócratas. Además de ser un libro cuyas páginas rebosan humor y amor al cine, Slapstick es también parte integrante, junto con sus películas, del legado de ese gran maestro de la comedia que fue Buster Keaton.