El vidrio no siempre fue algo habitual en la vida cotidiana, sino que en el siglo XV era un símbolo de lujo y poder de la realeza europea. El secreto de su fabricación estaba en manos de los artesanos vidrieros en Venecia, que destacaban por su capacidad para transformar su conocimiento científico en innovación. Podían transformar una comarca desde un punto de vista social, económico y político, por lo que el vidrio se convirtió en la razón de ser económica para una nación. El poder político en la República de Venecia lo convirtió en asunto de Estado: tomó el control sobre todos los aspectos de la producción del vidrio para mantener el monopolio inherente. Las redes de espionaje se desarrollaron, en parte, para proteger el secreto de su fabricación desde un punto de vista estratégico. El autor ilustra a través del vidrio el origen de la "guerra económica" que hoy está tan presente en las políticas de los principales gobiernos occidentales y el surgimiento de los servicios de inteligencia modernos.