Octavio Augusto, hijo de un caballero romano, adoptado luego por Julio Cesar y, finalmente, Principe de Roma divinizado a su muerte, se enmarca dentro de esas figuras historicas que destacan por lo fascinante de sus hechos, pero sobre todo, por como hizo que esos hechos parecieran aun mas grandes y asombrosos de lo que pudieron ser en realidad. Lo que llama poderosamente la atencion en Augusto es el modo en que supo actuar a la hora de elaborar, con extremada astucia, una propaganda que lo convertia en un genio politico y militar de corte mesianico. La sociedad romana acepto, con una muy debil oposicion, algo que nunca se hubiera podido imaginar: la institucionalizacion de la monarquia en Roma, un sistema de gobierno opuesto a los valores e ideas que habian imperado en Italia durante siglos.