Tras ser elegido emperador del Sacro Imperio en 1519, e inspirado por unos ideales que en los albores de la Edad Moderna se antojaban en cierto modo anacronicos, Carlos V de Habsburgo fue el ultimo emperador en utilizar su poder supranacional para intentar, casi desesperadamente, la realizacion de un proyecto politico basado en la posibilidad de revitalizar no solo el declinante Sacro Imperio, sino los propios cimientos sobre los que se sustento el antiguo Imperio Romano de Occidente. Al frente de su ejercito, y como un nuevo Escipion, el Emperador vencio en Tunez al almirante turco Hayreddin Barbarroja, cuyos navios infundian pavor en las costas italianas y espanolas. De aquella victoria, la propaganda imperial se encargo de sacar todo el jugo posible con el fin de justificar el proyecto carolino y mostrar a toda Europa como el Cesar, brazo armado de la Cristiandad, era el unico que podia garantizar la proteccion, paz y bienestar de todos sus subditos en una nueva Edad de Oro.