Encudernación: Rústica
De su larga experiencia como profesora de jardín de infancia, Freya Jaffke hace numerosas sugerencias a los padres para construir una amplia variedad de juguetes, incluyendo ideas para hacer barcos de madera, trenes, muebles para muñecas, muñecos de trapo, marionetas y animales blandos.
Jugar significa estar en un proceso
Cada vez parece más complicado saber qué es realmente el juego y qué importancia tiene el juguete.
El juego se confunde muy fácilmente como una simple ocupación. Nos alegramos cuando los niños hacen cualquier cosa, pero apenas nos preguntamos qué fuerzas del niño están siendo estimuladas y llevadas a la acción.
El ser humano, y especialmente el niño pequeño, es un ser en devenir. En su entorno también necesita el devenir y la posibilidad de transformar y crear algo nuevo.
El juego infantil nunca es una actividad despreocupada, sino un quehacer sumamente serio, y si no lo es incluso para los niños que disfrutan de una buena salud, es porque el origen de la causa rara vez radica en ellos mismos y mucho más a menudo en su entorno más inmediato.
La mayoría de las veces, el comportamiento de los adultos y los juguetes de los niños han sido la causa de la pérdida de la facultad de jugar con total entrega. Desde el punto de vista de las necesidades pedagógicas a esto se le puede poner remedio.
Aquel que esté rodeado de niños no debería olvidar nunca que todas sus actividades y, especialmente, la manera de realizarlas, influyen profundamente en las fuerzas volitivas del niño.
El niño absorbe todas las experiencias que le aportan las actividades del mundo adulto, las retiene fuertemente con su voluntad y las refleja a través de su imitación, creando a su vez un juego libre sin una finalidad concreta.
Por esta razón es importante que el adulto, con la mayor frecuencia posible, esté de algún modo activo cuando esté en presencia del niño para despertar en él los impulsos necesarios.
Por ejemplo, cuando la madre está lavando las verduras, tendiendo la ropa, barriendo el salón o remendando la ropa, todas estas actividades surten en el niño un efecto más sugerente que ver a su madre escribiendo una carta. Y del mismo modo, ver al padre cortar leña o lavar el coche es más sugerente que verle haciendo cálculos o leyendo el periódico.
El hecho de que el niño aprende por imitación nos lleva a la conclusión de que el adulto, en presencia del niño, debería comportarse de forma ejemplar.