En "Diario de un médico residente" es el propio autor quien habla de sus años como médico residente asturiano en un hospital de Madrid a finales de los sesenta. La figura central es el doctor Bedoya, persona extremadamente autoritaria y temida por todos sus colaboradores. Despierta un sentimiento ambivalente entre los que le rodean: por un lado, tiemblan ante sus descargas de ira y, por otra, le admiran por su excelente formación profesional, a la vez que saben de su influencia en la consecución de un puesto de trabajo. Para vencer algún período de escasez el protagonista llevará a cabo una sustitución en el Servicio de Urgencias, durante las Navidades, que le pone en contacto con los barrios periféricos de Madrid -aunque se queje de que le han robado el abrigo en el ambulatorio y tenga que padecer los rigores del diciembre madrileño-. Sufre el desahucio del piso donde vive, propiedad de un familiar avaro con interés de alquilárselo a otras personas con más posibles... En resumen, Izquierdo Rojo saca provecho de su vasta experiencia personal para ofrecernos una novela, testimonio de una época, cuyo realismo se suaviza con una buena dosis de humor.