Para Antonio Miguel Bernal este viaje por la cuenca del Guadalquivir del escritor inglés Paul Gwynne, publicado originalmente en 1911 y ahora vertido por vez primera al castellano, resulta, ante todo, singular. Singular por el personal enfoque que adopta, por la escasez de tópicos y lugares comunes que acarrea y por no tener un precedente claro en la bibliografía andaluza de temática viajera. Paul Gwynne, viajero con ribetes de escritor o viceversa, ingeniero hidráulico de profesión, recorre el Guadalquivir desde su nacimiento en la sierra de Cazorla hasta su desembocadura en Sanlúcar y nos habla de paso de geología y de economía, de sus ciudades y pueblos y de los más apartados rincones, de las distintas culturas asentadas a lo largo del tiempo en estas tierras y de los andaluces del momento, principios del siglo XX, más cercanos, quizás, a los que vieran otros ingleses, como George Borrow o Richard Ford, que a los andaluces de la actualidad. Para Bernal, historiador y geógrafo, la principal tesis que en el libro se desarrolla tiene que ver con las llamadas civilizaciones hidráulicas, aquellas donde las cuenca de los ríos juegan un papel determinante como factor de civilización y cultura. Como es el caso del Tigris y el Éufrates, el Jordán, el Indo o el Nilo. Y ríos de esas condiciones, sólo hay uno en España: el Guadalquivir.