En 1944, con tan sólo veinticuatro años, Barnaby Conrad llegó a Sevilla como vicecónsul de los Estados Unidos. Un destino que iba a cambiar su vida y que convertiría España en el referente de su posterior obra literaria y artística. Entusiasmado desde muy pronto con la fiesta nacional y con Manolete, máxima figura del toreo en aquellos años, la utilizó para crear la novela que le daría fama internacional, Matador: una descripción de los últimos días de vida del torero cordobés que ha vendido más de tres millones de ejemplares en todo el mundo. Pero la pasión española de Barnaby no sólo se centró en el toreo, también en el cante, la gastronomía, las fiestas y las mujeres. Recorrió la península de consulado en consulado intentando inmiscuirse en todas las expresiones que reconocía como auténticas y eso le llevó a vivir innumerables aventuras junto a personajes inmortales del toreo y la sociedad española. Viajero incansable, divertido y apasionado, la vida de Barnaby Conrad, tan parecida en algunos aspectos a la de Hemingway, es un canto a la diversión, la emoción y la aventura.