Este ensayo parte del convencimiento de que sólo a la luz del misterio de Dios, pueden ser esclarecidos los misterios del hombre. Los más profundos interrogantes, inquietudes, aspiraciones que brotan del corazón humano encuentran respuesta en la persona de Jesucristo, en quien divinidad y humanidad convergen. Del Apóstol Pablo son estas palabras: «En Él vivimos, nos movemos y existimos». Es en Cristo en quien podemos encontrar el modelo perfecto para nuestras vidas. Después de haberlo conocido no deja indiferente a nadie y todos le reclaman como banderín de enganche para su causa. Quien medita su vida y su mensaje acaba necesariamente apasionándose de Él. Cristo es el tesoro que los cristianos podemos ofrecer a un mundo que anda necesitado de esperanzas humanas y sobrenaturales. Mi deseo, como no podía ser por menos, es que este ramillete de pensamientos, esparcidos a lo largo de estas páginas, puedan resultarte útiles, amigo lector.