Los estudios históricos vienen padeciendo los efectos de una tendencia desmitificadora de ciertos personajes y acontecimientos, que, amenudo, comporta la adopción de estereotipos y la deformación de lamateria documental. En aras de supuestos progresismos mal entendidos,se pretende poder reconstruir el pasado, desde la óptica del propiohistoriador, en muchos casos, viciando lecturas o traducciones de lasfuentes y ofreciendo, así, productos espurios, faltos de laobjetividad necesaria y de la debida fidelidad a la descripción de los hechos recogidos en crónicas y diplomas. El producto historiográficoasí obtenido, desnaturaliza y suplanta, entonces, la realidad de laHistoria, una realidad, que ha de entenderse como plasmada en lasactas en que se constituyen los documentos y ajena a laselucubraciones de los historiadores.Centrándose en la época medieval, el autor de esta obra, muestra eldeformante panorama historiográfico que se ha venido configurando,mediante la utilización de datos falsos o inventados por una serie dehistoriadores, propiciándose, así, la creación de un clima deaceptación de errores consensuados, en detrimento del crédito quedebiera otorgarse a las Ciencias Históricas.