Allá por los años cuarenta del siglo pasado, oía, siendo un niño, las desgarradoras historias que contaban los «Voluntarios de la División Azul» que volvían del frente ruso, famélicos y desquiciados. Veinte años después, en Oxford, sufrí como tantos otros jóvenes de mi edad la impotencia ante la injusta «Guerra de Vietnam». Fue en esa época cuando comencé a escribir los primeros poemas del «jinete» y a tomar conciencia de la realidad política social. Durante unas vacaciones en Finlandia, tomó cuerpo el libro y se debió en parte a la lectura de «Soldados desconocidos» de Väinö Linna, novela que me impactó sobremanera; en ella se narra la lucha del pueblo finés contra los rusos. De vuelta a los estudios en Oxford conocí en un pub a un sargento de los «Royal Green Jackets», quien me contó la historia de un soldado que murió por salvar a un perro durante la invasión de Normandía por los Aliados. Esta historia me cautivó y la utilicé para la pequeña obra de teatro con la que termino el libro... pero no con la estupidez humana.