El teatro es un proceso de comunicación que tiene como objeto al ser humano en todos los sentidos; pero el individuo no sólo sirve para dar sentido al teatro, sino que es su condición de posibilidad: nace en el creador de la obra dramática; crece gracias a las personas que contribuyen a transformar la imaginación, la emoción, el pensamiento y las palabras en una realidad concreta; vive en el espectador que contempla lo que ocurre en escena. Sólo así se convierte la realidad en ficción y, al mismo tiempo, la ficción en verdad. Pero cuando suena el aplauso final, el teatro sigue su proceso vital en forma de un texto que espera a que, con el tiempo, un lector inicie un nuevo proceso de comunicación. El teatro como texto y el teatro como espectáculo. Siempre corpóreo, siempre físico, sea en el espacio de una habitación, de una calle, de una plaza, del suelo, de un teatro... o en el pequeño espacio de un libro. Por primera vez se reúnen y se estudian desde el punto de vista etimológico, filológico, lingüístico, dramático, cultural y literario las voces relativas al teatro romano: el dramaturgo, el actor, los artistas, el espectador, la escenografía, el edificio, el atrezo, el disfraz, los patrocinadores públicos y privados, la música y el baile presentes en el espectáculo, la expresión corporal y la gestualidad, los personajes y su universo dramático, el aplauso y el abucheo... En definitiva, este Diccionario abarca el teatro como recinto, como expresión cultural, como texto y como representación.