Las relaciones exteriores de Castilla durante los años que aquí se estudian presentan como principales zonas de actuación a los reinos peninsulares, a los del ámbito de Europa Occidental y al Papado. Aunque esas relaciones son continuación de las de años anteriores, como ocurre con Francia, sin embargo, en todos los casos expuestos de una u otra manera se produce una reordenación, fruto de un nuevo tiempo político y de la aparición de otros protagonistas y circunstancias. Así ocurrió con Portugal, con Granada o con la misma Francia. En el espacio de tiempo que aquí se analiza esas relaciones exteriores del reino castellano no presentan un perfil lineal, sino que sufrieron altibajos, consecuencia a veces de la preferencia, oposición o influencia de uno u otro de los regentes de Castilla y de sus aspiraciones, de la propia evolución interna del reino en cuestión o de las que mantienen entre sí otros reinos. En cualquier caso, se produjo un incremento de los contactos diplomáticos de Castilla con el exterior, a iniciativa propia o promovidos desde fuera, de ahí que se hayan diferenciado dos periodos. El primero que abarca desde los inicios de 1407 hasta mediados de 1412, aproximadamente, en el que destaca el elevado número de embajadas granadinas y portuguesas en Castilla, mayor que las que este reino envía; mientras que con Aragón, por las aspiraciones del infante don Fernando a su trono, ocurrió todo lo contrario. Durante estos años quedaron zanjadas la mayoría de las cuestiones objeto de litigio o de interés entre Castilla y los diferentes reinos: Francia, Granada, Portugal, Aragón, Navarra o Inglaterra. El segundo periodo comprende desde mediados de 1412 hasta la mayoría de edad de Juan II, y desde el punto de vista de las relaciones exteriores tuvo como centro fundamental la resolución del Cisma de la Iglesia.