En el momento presente una tendencia muy marcada en la historiografía del Arte es el "giro antropológico". La recuperación de las obras de Warburg o de Bastide, unidas al impacto editorial de las de Belting o Didi-Huberman, parece indicárnoslo. En el campo antropológico el interés por la estética a partir sobre todo de la obra referencial de Lévi-Strauss no ha hecho más que aumentar, en consonancia con el interés estético por la Antropología. Vivimos momentos dialógicos entre las Ciencias Sociales y Humanas, uno de cuyos logros es el nuevo acercamiento entre los diferentes campos de sociales y estéticos. Se han liberado en el diálogo académico las fuerzas conectivas de la Antropología y de la Historia del Arte, cuando no de la Crítica Literaria y la Historia Musical y del Cine, para practicar en una suerte de "neocorrespondencia de las artes" lo que Dufrêne y Taylor han llamado "canibalismos disciplinares". El debate está servido y hunde sus raíces muy atrás cuando a finales del siglo XIX arte y sociedad, con sus aparatos cognitivos académicos, iban a la par. Ahora se religa lo que siempre debió estar en íntima conexión. En una obra anterior sobre la materia ("El rapto del Arte. Antropología cultural del deseo estético",(EUGR, 2002), el autor apuntó a un secuestro de la estética, y del arte en sí mismo, por las disciplinas subyugadas a los intereses del monetarismo, en tanto "capital refugio" del capitalismo moderno. Es lo que llamó "especulación cultural". La desamortización de los bienes de los museos para reorientarlos al mercado era para de la trampa especulativa. Esta tendencia no ha hecho más que consolidarse en la última década, arrollando al patrimonio cultural, como quedó de manifiesto en "El malestar en la cultura patrimonial" (Anthropos, 2012). Frente a esa tendencia especulativa J.A. González Alcantud reclamó el viejo valor de uso de las cosas estéticas, abanderando el concepto de "patrimonio vivo". Este libro presenta una novedad respecto a los anteriores, y es situar el debate de la lucidez intelectual en el campo intersticial, es decir que orienta el foco de antigua luz sobre aspectos aparentemente secundarios, sobre "fragmentos" al estilo Simmel o Benjamin; intersticios que son los únicos capaces de darle sentido al conjunto interpretativo. JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ ALCANTUD, es Catedrático de Antropología Social de la Universidad de Granada. Académico Correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, es autor de numerosos libros. Destacamos entre los más recientes: "El mito de al Ándalus. Orígenes y actualidad de un ideal cultural (Almuzara, 2014), "El malestar en la cultura patrimonial. La otra memoria global" (Anthropos, 2012), "Racismo elegante. De la teoría de las razas culturales a la invisibilidad del racismo cotidiano" (Bellaterra, 2011), "Deber de lucidez. Fragmentos de radicalidad democrática en tiempos de imperio" (Anthropos, 2011), y "Sísifo y la ciencia social. Variaciones críticas de la Antropología" (Anthropos, 2008). Es director de la revista "Imago Crítica", y dirige el grupo de investigación "Observatorio de Prospectiva Cultura HUM-584", así como diversos proyectos de investigación relacionados con el nexo antropología/arte tanto en Andalucía como en el norte de África.