Ciudadanos justos, a favor de la libertad y de la igualdad, de los derechos humanos . Pero, ¿es esto algo que ha de enseñar el Estado, que tiene siempre nombre y apellidos? ¿O es tarea de la sociedad civil, de la conciencia de cada persona, de la propia libertad?
Más allá de una educación estatal para la ciudadanía, está la conciencia personal de los derechos y de los deberes, la ética ciudadana. El Poder político no es quien para decidir qué es un buen ciudadano, ni menos para dictar cuáles han de ser los criterios de esa educación. Es el ciudadano el que decide qué es un buen Poder. La ética ciudadana se origina y se construye desde abajo, desde el origen del poder, desde el pueblo. Con el supremo objetivo de la paz, como realización de la justicia.
En este libro se estudian con detalles todos los temas que, desde siempre y ahora mismo, son problemas que han preocupado a una atenta ética social y ciudadana; la base de los derechos humanos, para su mejor garantía, la lógica del pluralismo, la tensión entre religiosidad y laicismo, las exageraciones del nacionalismo, la necesidad de fortalecer la sociedad civil, la conjugación de la libertad con el progreso en la igualdad, el rechazo de cualquier discriminación y la actitud vigilante ante la aparición de cualquier forma de abuso de poder.