El corazón, dice Pascal, tiene razones que la razón desconoce. Este conocido aforismo del filósofo francés medula la novela de Margo Glantz, como si se tratara de manera literal de un andante con variaciones; los personajes se reúnen en un velorio y, en procesión pueblerina, se dirigen a la iglesia del convento donde oyen misa de cuerpo presente antes de trasladarse al cementerio local.