El ascenso del nacionalsocialismo al poder en 1933 produjo una de las mayores migraciones de la vida intelectual alemana que, refugiada en países colindantes como Austria, Checoslovaquia o Francia, continuó su labor de resistencia al régimen, erigiéndose representante de la verdadera Alemania. Tras la invasión de Francia en 1940, Estados Unidos se convirtió en el país de asilo que acogió al mayor número de refugiados alemanes y austriacos y, pese a las dificultades idiomáticas y culturales que conlleva la condición de exiliado, muchos de ellos continuaron su labor de denuncia contra el nazismo desde ámbitos tan diversos como el universitario, periodístico o cinematográfico. Sin embargo, no fue hasta los años ochenta cuando la investigación sobre el exilio alemán se convirtió en uno de los campos de investigación más relevantes en la Filología Alemana centroeuropea que ha permitido rescatar del olvido a escritores -como los austriacos Hermann Grab o Elisabeth Frundlich- que se incluyen en esta monografía. Exilio alemán en Estados Unidos: la voz de la resistencia está dedicado a aquella Alemania, representante de la pluralidad política, cultural y religiosa que -en palabras de Willy Brandt- aunque no fue la única, sí fue la mejor.