Este libro, situado en la sociología de género, analiza la forma de presentarse en público que los varones adoptan ante los demás. Para ello se revisten con unas máscaras teatrales culturalmente codificadas a las que cabe clasificar en los tres grandes prototipos del héroe, el patriarca y el monstruo: el hombre puesto a prueba, el hombre consumado y el hombre poseído por las pasiones de su genio. La necesidad de enmascararse, proyectando una imagen de virilidad reconocible, parece proceder de una conciencia de vacío interior, quizá por envidia de la mujer, a la que consideran llena por estar centrada en su claustro íntimo. De forma que para invadir su exterioridad los hombres quedan investidos por unas figuras reconocibles que les hacen dignos de admiración, respeto o temor. Pero estas máscaras siempre resultan ambivalentes y contradictorias; detrás hay un lado oscuro y maldito que oculta la esencia nihilista de la masculinidad. Tras el héroe bulle el mercenario rapaz, tras el patriarca late el déspota tiránico, tras el genio creador anida el criminal voraz.