El siglo XX se cierra con grandes convulsiones en los consensos que han creado y sostenido el sistema educativo como institución moderna: el mundo educativo está en plena mutación y solicita cambios, para lo cual conviene asignar nuevos objetivos a la educación, imaginar nuevos paradigmas y promover mejores prácticas educativas.A la hora de percibir los pontenciales que deberá activar la tradición cristiana en contacto con las turbulencias que acontecen hoy en el universo educativo, el autor resume los cambios en cuatro convulsiones -la existencia de una organización excluyente: la mundialización, que está creando un mundo único, desigual y antagónico: la emergencia de un nuevo ciclo de la vida: y la aparición de una nueva vulnerabilidad humana en el interior de la sociedad de riesgo- que conducen a una nueva dinámica social y a nuevos conflictos, como retos y oportunidades de la educación en el giro de siglo.