Este segundo libro de relatos responde a dos motivaciones principales: la primera es mi intemperante afición a juntar palabras para intentar lograr un conjunto más o menos armonioso o ameno. La segunda, aunque con revelarla peque de inmodestia, se debe a que algunas de mis lectoras y lectores me dijeron tras leer el primero que se habían quedado con ganas de más. Y es que mi primera incursión literaria publicada resultó bastante escueta, todo hay que decirlo. Para ellos y ellas van estos heterogéneos relatos, este conglomerado o batiburrillo que ha ido surgiendo al azar de algunos recuerdos, de algunos concursos de relatos breves o simplemente son fruto de mi humilde imaginación, y alguno de ellos de la más fantasiosa de mi compañero, que me ha cedido graciosamente algunas de sus ideas. En la pantalla van alineándose cual hacendosas hormigas los negros signos que forman una palabra tras otra, como un pequeño milagro profano (nunca mejor dicho, profana y diletante como escritora y profana como atea y descreída). Que los disfrutéis casi tanto como yo escribiéndolos.