En el corazón del barrio Gótico de Barcelona se encuentra el Café de la Luna, un lugar mágico situado en ese umbral indeterminado que existe entre la realidad y los sueños. Allí se dan cita a diario antiguas estrellas de relumbrón, escritores y lectores, hombres estatua y hasta algún que otro duende que, al amparo del beneficioso y sensual influjo de la luz del plenilunio, desgranan sus historias de pequeños éxitos y fracasos. Amores y soledades, el inevitable paso del tiempo, las oportunidades que se van para no volver... El Café de la Luna es un ser vivo que palpita a través de las emociones de sus parroquianos, un barco cargado de sueños con una delicada atmósfera, varado entre las estrecheces del barrio viejo de esta gran ciudad. Care Santos escribe: «Nada más empujar la puerta acristalada he tenido la impresión que, más que a un café, estaba entrando en una embarcación. Emprendiendo un viaje. El local parecía varado en mitad de la historia y echaría a andar en cualquier momento, con un destino impredecible.»