Horacio Gómez-Rabaneda es un hombre callado, una persona corriente: ni feo ni guapo, ni alto ni bajo, ni más listo ni más torpe que el resto de los mortales. Horacio no quiere subir un peldaño por encima de nadie, sólo pretende estirar el cuello por la curiosidad de saber qué hay más adelante, tiene fe en el mañana: seguro que será mejor que su aburrido presente, incluso que su pasado. Horacio, sumergido en el anonimato, tiene un sueño legítimo, que es vivir la vida y ser feliz. Busca el amor, aunque el día que lo encontró se lo arrebataron y no tuvo valor para recuperarlo. O sí. Esta es una historia de sentimientos, de amor y odio, de amistad, rebeldía, lealtad... De ella mana el descubrimiento más asombroso: si caminas con el corazón limpio y prendes con fuerza tus deseos, jamás caminarás solo; siempre encontrarás compañeros que te ayuden y hagan más fácil tu trabajo. Son los invisibles. Forman una cadena mágica. El arma de los invisibles.