Los reyes ordenan edificar una rica basílica y evocan el solemne acto en un epígrafe labrado con hermosas letras. Una mujer joven fallece y su familia la entierra en una tumba de lajas, señalando el lugar del sepulcro con una estela. Años después, el soldado de un castillo arroja despreocupadamente los restos fragmentados de una vasija de cerámica en un rincón de la fortaleza. Son diversos acontecimientos escogidos al azar de entre la infinitud de actos humanos que se suceden en la Edad Media. Y, sin embargo, pese a las diferencias entre unos y otros, todos tienen algo en común: han dejado huella arqueológica. La historia de la Edad Media asturiana ha sido escrita desde muy diversas perspectivas, pero nunca hasta ahora había tratado de reunirse todo el conjunto de pruebas que ha ido aportando la arqueología medieval, una disciplina joven y en pleno desarrollo. El resultado es una obra que conjunta los datos arqueológicos con las fuentes documentales más tradicionales y ofrece una mirada fresca y nueva sobre el Medievo de nuestra comunidad. En sus páginas tienen cabida los testimonios de los reyes y de la nobleza y los vestigios más modestos y muchas veces olvidados que dejan el campesino, la sierva, el habitante de la ciudad, el trabajo artesanal, las formas de entender la muerte. A través de esta lectura, pueden apreciarse aspectos desconocidos y una realidad muy cercana al panorama europeo ya desde los primeros tiempos, marcada por un fenómeno creciente de desigualdad que se expresa en la cultura material.