Un artista reduce el mundo a una mancha de color y la esparce sobre el lienzo. El resultado es arte.En este poemario, el autor cumple con la obligación del poeta y midetodas las palabras para que nunca sobre nada. Sabe que su arte sereduce a trenzar la vida alrededor de un verso. Uno tras otro.Letras que deposita sobre una hoja en blanco en busca de la musa.Al empezar a escribir, maneja la luz del sol con los dedos y laconvierte en un ramo. Efímero, sí, pero conmovedor. Luego, en suquehacer entre verso y verso, opta por alumbrarse simplemente con unavela para observar mejor el correr del tiempo y hablarnos de todo. Dela niñez. De la soledad. De la vida.Al hablar, también nos educa. Dice: “,hay que saber amar paraexplicar cómo te amo”,. Y nos cuenta que quiere volver a sergente. Su voz solo tiembla ante el amor. Duda si la edad deja arrugasen la memoria. No hay respuesta. Solo otro poema más. Otro rumbo enbusca de un prólogo mejor para vivir otra vida a su sombra, detrás del telón que cubre el escenario. Un hueco donde apenas sobreviven losdeseos no realizados. En ese decorado solo falta un espejo para vernos en sus versos. Desenredar, como una Penélope insomne, la vida atada a este poemario. Y comprender en sus versos al poeta.