EL PRINCIPIO ANTROPOLÓGICO DE LA ÉTICA responde a la necesidad de ofrecer una base antropológica a la Ética, que permita orientarse en la variedad de conceptos con alcance moral (deber, obligación, felicidad, libertad, persona, bien...). A este respecto, el autor encontró que el tratamiento zubiriano del «hecho moral» no atiende tanto a las teorías éticas cuanto al arraigo antropológico del mismo, por lo que decidió adoptarlo como guía. Pero como toda la obra de Zubiri forma un conjunto compacto, se vio en la necesidad de hacer no pocas incursiones en cuestiones colindantes, solo a primera vista ajenas al tema de este estudio, como la temporalidad, la aplicación de los sistemas al viviente o la religación. Al fin, Urbano Ferrer logra ofrecer al lector, de un lado, una visión sintética de los cimientos antropológicos de la moralidad, destacando las innegables aportaciones de Zubiri en diálogo con los pensadores clásicos y, de otro lado, se inician vías para despejar algunos flancos que esa visión deja abiertos, tales como la teleología en los actos humanos, los hábitos morales, la prevalencia del futuro o la libertad trascendental de la persona