El punto de partida de esta novela es un personaje real: uno de los hombres más poderosos del mundo, que saltó a los telediarios, las páginas de sucesos, los debates y los chismorreos de todo el planeta tras ser detenido, acusado de violar a una trabajadora en la habitación de un lujoso hotel de Nueva York. A partir de este personaje y de este suceso, el autor pone en marcha un exuberante mecanismo de fabulación y recursos narrativos para abordar la historia. En una propuesta radical, el personaje se transforma en DK, el gran dios K, y nos sumergimos en su peripecia y escarnio público a través del espejo deformante del callejón del gato valleinclanesco, de la risa inquietante de lo kafkiano, del delirante festín gargantuesco y de la desmesura sadiana, y así este Karnaval con k nos cuenta los excesos, los pecados y los males de la sociedad contemporánea a través de la máscara carnavalesca. Panfleto político que lanza una mirada despiadada sobre el neocapitalismo y el poder; fábula perversa sobre la sexualidad; sagaz y feroz indagación sobre la hipocresía, la manipulación y las dobles morales de las hiperinformadas y por lo tanto desinformadas sociedades actuales, he aquí una prodigiosa novela, de una fuerza, vocación experimentadora y ambición absolutamente inusuales, estructurada en capítulos polifónicos donde aparecen figuras reales convertidas en personajes de un cuento nada inocente, que narra el descenso a los infiernos de un antihéroe transfigurado por los poderosos en chivo expiatorio, en sátiro bufonesco, en perverso polimorfo digno de humillación y befa y en cadáver político arrastrado al precipicio por su prepotente ambición y la insaciabilidad de su falo.