El comercio ha dependido históricamente de la existencia de contactos fiables a corta y a larga distancia, y las relaciones humanas más fiables han sido históricamente las derivadas de lazos culturales y familiares. Durante buena parte del siglo XVIII la ciudad de Cádiz fue la sede del monopolio mercantil español con sus posesiones americanas, y cientos de comerciantes procedentes del resto de España y de Europa desarrollaron sus actividades comerciales coloniales en este centro estratégico de la Andalucía occidental. La formación de redes familiares y clientelares entre negociantes de tan diversos orígenes proporcionó a muchos individuos las bases materiales y humanas necesarias para introducirse y triunfar en la Carrera de Indias: capitales, socios leales, información fiable y agentes fieles. La abundante y novedosa documentación consultada, de origen notarial y eclesiástico, relativiza por lo tanto la arraigada idea de que los comerciantes en Cádiz fueron mayoritariamente jóvenes sin conexiones familiares que residieron unos pocos años en la ciudad. Utilizando conceptos y métodos de distintas disciplinas, el libro describe la formación de las redes de parentesco creadas en el seno del heterogéneo colectivo mercantil gaditano durante las primeras tres décadas del siglo XVIII, y señala los cambios experimentados en las estrategias familiares de la élite mercantil gaditana entre finales de la centuria y la primera década del siglo XIX.