En esta obra el autor se propone un objetivo imposible. En esquema, se formulan cuatro preguntas acerca de Occidente: ¿de dónde procede, ¿cuál es la situación actual de la cultura occidental?, ¿hacia dónde va?, ¿adónde debe orientarse? Al responder a estas cuestiones se corre el riesgo de deslizarse hacia opiniones personales carentes de razón. Para evitarlo, el autor procura ofertar datos que avalan sus juicios. Otro riesgo es presentar un panorama catastrofista a la vista de los cambios novedosos que se suceden. Es cierto que, tal como se expresa el filósofo Habermas, asistimos un «descarrilamiento» de la denominada cultura atlántica. No obstante, tampoco conviene silenciar los nuevos valores emergentes que permiten situar el tren de nuevo en la vía. Ante tal disyuntiva, el autor fija su objetivo en esta sentencia de Wittgenstein: «Escribir es la manera efectiva de poner el vagón derecho sobre los raíles».