La construcción del Ensanche de San Sebastián a partir de los planos de Antonio Cortázar incorporó, por primera vez en su historia, terrenos ajardinados y árboles a la fisonomía de la ciudad. El Boulevard primero y el Parque de Alderdi Eder, el Paseo de la Zurriola, la Plaza de Guipúzcoa, el Paseo de Ategorrieta, el Paseo de la Concha y la Avenida de la Libertad posteriormente cambiaron radicalmente el aspecto de la capital.Si bien es cierto que durante los primeros años la implantación de unos jardines rudimentarios se hizo sin ningún tipo de planificación, con el tiempo, el tono urbano que fue adquiriendo la ciudad se elevó de tal manera que demandaba la existencia de una persona capacitada para desarrollar la dirección de los diferentes proyectos. Así fue como apareció Pierre Duchase, a quien debemos el diseño de la mayoría de los parques donostiarras y que sería uno de los impulsores de la implantación en nuestra ciudad de un arbusto que ya pertenece a la idiosincrasia donostiarra: el tamarindo.