A veces una filosofía se siente como si un aguijón se nos hubieseclavado, como si una inquietud vital, un encuentro con lo intolerable, lo inadmisible, nos impulsara a pensar de otro modo. Cuando JulianaFausto se cruza con los gatos errantes de su ciudad , o , o . Pero locree literalmente, es decir, ve allí esas experiencias. Desde lo cualconstruye su problema como . Y a pesar de que nos ofrece un recorridoaterrador por toda la cadena de crueldades a la que fueron sometidoslos animales a lo largo de historia (confinados, sometidos aexperimentos, y muchas veces extinguidos), no cree que pararse desdela piedad sea un gesto productivo, pues encuentra que ese tipo derelación deja indemne el dualismo que está en la base del problema, en este caso, como . Más bien, está obsesionada con una pregunta: ¿sepuede hablar de una existencia política de los animales , y si es así, ¿puede construirse más allá de la posición pasiva de víctima Tanobsesionada está que llega a escribi