Celebrado por el notable desarrollo del pensamiento y de las artes, el Siglo de las Luces fue igualmente un período de creciente control social orientado a hacer más dóciles a los sectores populares. Conformado por una población numerosa, inestable, precaria y extremadamente pobre, el ""pequeño pueblo"" provocaba en la corte y en su policía el temor de insurrecciones permanentes. De allí la existencia de extraordinarios archivos que recogen los casos judiciales de delitos minúsculos y permiten comprender, a través del registro de los interrogatorios, las denuncias y las informaciones, no sólo cómo vivía el pueblo sino también cómo pensaba y cómo juzgaba la vida política de la época, sus aspiraciones a la libertad, su imaginario y su vida religiosa. Explorando en los archivos de la policía del siglo XVIII, Arlette Farge da voz a las actitudes y a los gestos, a las palabras y a las emociones de los desposeídos: ""Luego de haber trabajado sobre la vida familiar, la violencia, las relaciones entre los sexos, los niños, las mujeres y la opinión pública, me pareció que los pobres tenían como único bien su cuerpo, su fuerza, su emotividad y su inteligencia"". 'Efusión y tormento' restituye la parte sensible de esos cuerpos que hablan y sobre los que están inscritas la historia y la política.