Entre septiembre y octubre de 1481 Leonardo da Vinci abandona Florencia, y el 25 de abril de 1483 firma, en Milán, el contrato para la realización del retablo de La Virgen de las Rocas. ¿Dónde estuvo el genio florentino durante este año y medio? ¿Y qué hizo en este intervalo de tiempo en el que no tenemos noticia de él? José Luis Espejo se adentra, con El viaje secreto de Leonardo da Vinci, en un período gris de la biografía de Leonardo, que ningún biógrafo se ha atrevido a estudiar en profundidad. Se ha hablado de un supuesto viaje a Oriente -descrito de forma fabulada en el Códice Atlántico- e incluso del proyecto de construcción de un puente en el Bósforo. Pero hasta el momento no ha habido un intento consistente de desentrañar el misterio del «viaje secreto de Leonardo da Vinci». Este libro desvela que Leonardo da Vinci ocupó este año y medio en visitar la tierra de sus ancestros; y que su apellido deriva del topónimo Vinçà (antigua villa de Vinciano), en la comarca catalana del Conflent. En este viaje conoció el monte Canigó, la Abadía de Montserrat y la ciudad de Barcelona, en donde residió y murió en 1406 un pariente lejano suyo: Giovanni da Vinci. Leonardo habría seguido la estela de otros relevantes personajes, como san Francisco de Asís, o san Ignacio de Loyola, que encontraron en Montserrat la iluminación que dio sentido a sus vidas. A partir de entonces su carrera adquirió una proyección que no tuvo en sus oscuros días en Florencia; y nada volvió a ser igual.