Caminar (o el arte de vivir una vida salvaje y poética) dice algo esencial sobre la felicidad, la soledad y la relación con los demás, sobre lo familiar y lo extraño, sobre la naturaleza y sobre el arte, pero ante todo sobre la felicidad. La felicidad está enlazada con la penuria, no sólo porque dependa de ella a modo de un contrario, sino también porque podemos encontrarla en ella. El libro está extrañamente exento de angustia y de dolor vital, y aunque éstos nunca dejen de acechar, Caminar, a su modo callado y poco impositivo, es más bien un canto a la alegría y la vitalidad. Esta extraña novela es una mezcla de libro de viaje físico a pie por Noruega y Europa y, también, de viaje por la literatura y la filosofía con autores y artistas que se han ocupado del caminar como forma de vivir: Aristóteles, Hölderlin, Rousseau, Giacometti, Satie... Se trata de caminar. De echarse a andar, bajar por el camino abierto. Un ejercicio romántico que conduce a una serie de duras experiencias: dormir bajo cielo abierto, perderse, enfrentarse a las limitaciones propias y a otras personas, a la naturaleza y a la ciudad, cruzar fronteras, adentrarse en territorios desconocidos para vivir una vida salvaje y poética...