La sacralización del espacio urbano durante la Edad Moderna constituyó una de las claves esenciales en la configuración de la ciudad, al tiempo que condicionaba la actitud espiritual de sus habitantes. Si las iglesias, ermitas y conjuntos monacales fueron hitos de referencia al conformar barrios o trazar nuevas plazas, hubo otras construcciones más modestas, caso de las capillas callejeras abiertas, que jalonaron fachadas de viviendas a lo largo y ancho del trazado viario. En contra del carácter intimista y ceremonial de los primeros edificios, tales capillas trascendieron los muros del lugar sagrado para participar con el pueblo en el discurrir cotidiano y conferirle un grado de protección necesario en una época de grandes calamidades. El templete de los Dolores fue el principal ejemplo existente en Ronda de esta tipología arquitectónica, fruto de la expansión dieciochesca de la urbe en el denominado Mercadillo. El presente libro versa acerca de la incidencia urbanística de éste, el original modelo arquitectónico empleado y, sobre todo, el mensaje simbólico transmitido a través de un programa iconográfico trascendental de enorme erudición. Con ello, se quiere romper de una vez por todas con la idea tradicional que ha relacionado el monumento con el lugar de ajusticiamiento público de antaño, para acercarlo a la mentalidad religiosa del momento que tenía en la función expiatoria del alma uno de sus principales valores. Todo ello, materializado mediante una estética barroca donde los sentidos perciben esa contraposición de lo sencillo y exuberante, lo sombrío y resplandeciente. En definitiva donde se produce un triunfo de lo ilusorio