El Aventurero Duque de Estrada fue un madrileño, nació el 15 de agosto de 1589, tomó el hábito de la orden del beato Juan de Dios en 1634, escribió sus memorias ya en edad madura, enclaustrado en un convento de Cerdeña y se perdió de vista después de un terremoto en Nápoles acaecido en 1646. Parece haber muerto en 1649, en un hospital de Tarento. El ducado le vino de apellido, no como título nobiliario. Dio el nombre de Comentarios del Desengañado a la historia de su vida y Pascual de Gayangos editó el manuscrito, hace cien años, en la colección de documentos, opúsculos y antigüedades publicadas por la Real Academia de la Historia. Mucho se ha escrito sobre soldados, aventureros y pícaros y sobre lo que, en sustancia, estos modos azarosos de comportamiento social significaron para las gentes de la España del siglo XVII. Fauna plural y variada en gustos, cubría toda la escala de la sociedad desde el aristócrata hasta el estudiante; se nutría de hidalgos empobrecidos; capitanes de fortuna, sirvientes y lacayos, aventureros desengañados, beatos, gente de iglesia, rufianes, ermitaños y los ciento cincuenta mil vagabundos que a fines del siglo XVI circulaban por España. Inclusive los propios escritores se dejaban, a veces, arrastrar por tan gustosas ocupaciones. Algunos de estos sujetos escribieron acerca de sí mismos mezclando la realidad con la fantasía, esta última con caracteres de retórica adjetiva cuya excrecencia percibe el lector. Los Comentarios del Desengañado, más que una obra literaria acabada, son un documento de primer orden para entender la psicología del español, durante los siglos «grandes». Sería necesario investigar la proporción de realidad cruda, fantasía y utilización de lugares comunes aventureros que contienen. Hay en el libro una mezcla de historia, novela picaresca, relato de aventuras y propósitos morales capaz de alentar y desalentar, a la vez, a quien trate de poner algo de orden en su selva selvaggia. Segundo Serrano Poncela