LO MONSTRUOSO DOMESTICADO: LA POESÍA DE STEPHEN DUNN «Mortalidad: la mejor amiga del poeta», le dijo a Stephen Dunn un espectador que se acercó a estrecharle la mano tras una lectura pública de En otro momento. Ciertamente, si en este libro un tema destaca por encima de los demás es el sentimiento apremiante de muerte, la fragilidad de la existencia de todas las cosas. No en vano, ningún hombre de la familia del autor había sobrevivido más allá de los cincuenta y nueve años, y abordar esa frontera le suponía una experiencia desasosegante y reveladora, pero también muy fructífera. En cierta manera, muy liberadora: «Porque en mi familia lo primero que falla es el corazón / y casi nadie supera la década de los cincuenta, / creo que me quedaré hasta tarde con unos cuantos sinvergüenzas / de mi elección y me resistiré a los buenos consejos». Pero si todos los poemas del libro, las experiencias y las reflexiones a las que dan pie, se encuentran teñidos por la agridulce sensación de un tiempo prestado, su estilo y sus temas siguen siendo los mismos que en sus otros doce libros publicados. La vida corriente -mediocre y heroica, heroica y mediocre- de un hombre normal de clase media americana, con sus ansiedades y temores, sus incertidumbres, sus alegrías y tristezas, sus pequeñas ambiciones y sus privados desengaños, visto desde la óptica lúcida de quien sabe extraer de lo más cotidiano una sabiduría esencial. De quien intenta hallar, sin importar el esfuerzo y los fracasos, un sentido y una belleza en la vida a pesar de todo. Implacablemente despierta, la poesía de Dunn se sitúa frente a su biografía para, con una mezcla de seriedad y ligereza, emprender un viaje a lo largo de los hechos más nimios para tratar de hallar algún tipo de certidumbre, no para consolarse -la verdad no suele ser reconfortante-, sino para entender cómo el amor, el arte, la autorrealización, la soledad o el lenguaje, por citar algunos, funcionan como centros de sentido en esos otros momentos que dan título al libro. Así, el lector encontrará aquí episodios cotidianos pero también referencias transparentes a hechos clave de su biografía, desde su etapa como jugador de baloncesto en uno de los equipos más prometedores de la liga universitaria a su breve paso por una agencia de publicidad en la que se ocupó de escribir folletos para Nabisco. Posteriormente abandonaría ambas carreras para hacer las maletas a finales de los 60 junto a su mujer y marcharse a España -¿un guiri más tras los pasos de Hemingway?- a escribir una novela. Acabaría escribiendo poesía, y una además bastante inclasificable en el panorama de aquella época de comienzos de la década de los 70, dominado por los confesionales Plath, Sexton o Berryman. Franca y aguda, accesible pero ingeniosa, la poesía de Dunn, como dice Billy Collins, encuentra su fuerza en el disimulo de su arte: «su sinceridad no sería tan contundente si no fuera por su discreta formalidad; sus poemas no serían tan extraordinariamente desnudos si no estuvieran tan cuidadosamente vestidos».