Todo cabe en un libro como este. Crímenes reales, la pobreza comofuente del crimen y la capacidad extraordinaria de una mujer únicapara desentrañar la esencia de todo ello.Emilia Pardo Bazán se basaba en esos crímenes, que tanto llamaban suatención, para escribir novelas cortas. Pero dejaba siempre bien clara la diferencia entre crimen real y ficticio. Para ella, el crimeninventado es «cerebral, geométrico y matemático, tan distinto de larealidad humana y tan parecido a los problemas de ajedrez». Por esomismo, por su imperfección, los crímenes reales eran de su máximointerés, hasta el punto de acudir al lugar del suceso para observarcon sus propios ojos los detalles que se les escapaban a los cronistas y, después, opinar sobre todo ello en sus artículos.No dejaba en ellos títere con cabeza. Criticaba a los investigadoresque no actuaban con profesionalidad en la inspección ocular de laescena del crimen. A las víctimas y a los asesinos, y lo hace con supeculiar gracejo y su libertad de pensamiento.Marisol Donis recoge el seguimiento que Emilia Pardo Bazán hizo dealgunos de los crímenes más memorables y bárbaros de su tiempo: elcrimen del pinar de Pericote, el de la calle San Andrés, los crímenesde la calle Fuencarral, los «mujericidios» Nada le era ajeno, siguió y documentó una treintena de sucesos criminales, estafas, suicidiosampliados Crímenes reales que no siempre eran resueltos por la malainvestigación, lo que la llevaba a concluir, contrariada en no pocasocasiones, al final de sus artículos: «El asesino no ha sido habido».Puro Emilia Pardo Bazán. Puro deleite para todos sus lectores.