No es posible el crecimiento continuo en un planeta limitado. Laeconomía del «crecimiento» del actual sistema capitalista, lejos deproducir bienestar y satisfacción de las necesidades para toda lahumanidad, ha conseguido asentar la denominada sociedad del 20/80:unos pocos son muchísimo más ricos, mientras que la mayoría seprecipita al abismo de la pobreza, la explotación y la miseria. Almismo tiempo, el planeta es esquilmado, saqueado en sus recursoslimitados y empujado hacia una catástrofe ecológica que pone en seriopeligro la vida sobre la Tierra y la supervivencia de las futurasgeneraciones. Sabemos que únicamente la ruptura con el sistemacapitalista, con su consumismo, su productivismo y su despilfarro,puede evitar el desastre. El decrecimiento es la opción deliberada por un nuevo estilo de vida, individual y colectivo, que ponga en elcentro los valores humanistas: la justicia social, las relacionescercanas, la cooperación, la redistribución económica, laparticipación democrática, la solidaridad, la educación crítica, elcultivo de las artes, etc. Por eso, el decrecimiento implica construir nuevas formas de socialización educativa que antepongan elmantenimiento de la vida y el bien común a la obtención de beneficioseconómicos de unos pocos. Esto es lo que debe permanecer en el corazón de los centros educativos: la configuración de un nuevo imaginariocolectivo en las futuras generaciones que permita que aprendan acambiar el mundo y hacerlo más justo, sostenible y habitable.