Dos princesas, una fenicia y otra griega, se confabulan para contarnos sus historias, todas ellas teniendo como punto común las matemáticas. Con este último propósito, también les acompañarán las sagaces abejas, de las que aprenderemos cómo utilizan las matemáticas para construir sus panales o para comunicarse entre ellas. Todo el relato está impregnado de un mismo aroma, que nos remite a preguntas que giran en torno a procesos de economización en la naturaleza, es decir, a la necesidad de adoptar formas o patrones que permiten ahorrar recursos. Estas preguntas son de difícil o imposible respuesta si no se usa el lenguaje apropiado, que no es otro que el de las matemáticas. Nuestras princesas y abejas pasearán acompañadas por un grupo de matemáticos empeñados en desvelar estos principios de la naturaleza; sin ellos, no podemos comprender nuestra historia ni el mundo en el que vivimos. ¿Se puede contar la historia de la humanidad hablando de Cristobal Colón y no de Isaac Newton?, ¿se puede relatar solamente la Revolución francesa e ignorar la gran revolución científica del siglo XVII que supuso la creación del cálculo infinitesimal? Este libro se detiene en esta otra historia paralela y tristemente semioculta, pero no exenta de una indudable belleza.