El hombre quiere ser feliz, y quien rechaza la felicidad rechaza asimismo la humana condición; por sendas torcidas o por vías gloriosas nadie es ajeno a la búsqueda de eudaimonía, porque la felicidad es una utopía necesaria. pero es también un ideal que nadie puede dejar de construir; incluso los más apegados a las tradiciones felicitarias saben que cada uno ha de labrarse su propia ciudad ideal y que cada palo ha de aguantar su vela, nada se repite. Sin embargo no es la 'vita beata' un librillo para cada maestrillo, pues, como ha mostrado la historia de la humanidad, ciertas cosmovisiones sumergen en el dolor, otras invitan al sueño, muchas rayan en la perplejidad, sólo las mejores son para los más enamorados y para los más genuinos. Felicidad en placer, felicidad en barbarie, felicidad en calma, felicidad en razón, felicidad en trabajo, felicidad en zoología, felicidad en poder, felicidad en rigor, felicidad en utilidad, felicidad en Estado, felicidad en infelicidad, todo se ha dicho, pero no todo se ha dicho bien, y sobre todo falta mucho por hacer: Es la felicidad una asignatura pendiente, sobre todo en la reválida de los ejercicios prácticos. Este libro, situándose en el terreno de la introducción a la teoría es a la vez y bajo el mismo aspecto una invitación a la práctica. Quien dice eudaimonía dice, pues, sabiduría vital. No otro es el tema de nuestro tiempo, una vez abandonadas las cucañas de las grandes cosmovisiones que surcaron los mares del siglo XVIII al XX. Si por algún motivo puede aún negarse el sesgo crepuscular de las ideologías sólo ha de ser por la vigencia eudemónica de un hombre que sencillamente aprende a vivir de otro modo.