La institución escolar tiene unas reglas de juego, implícitas o explícitas que deben guiar las respuestas a la violencia y las actitudes para garantizar la paz social en su seno. Es indispensable que las reglas sean legítimas, que todo el mundo las respete completamente. No es posible que cada cual establezca sus propias reglas de juego ni defina sus sanciones. En tal caso, ya no estaríamos en un estado de derecho y en una democracia, sino en el terreno de la arbitrariedad. Quien exige sumisión renuncia a obtener obediencia; quien impone su poder renuncia a toda autoridad; no se instruye mediante el chantaje de los castigos. La formación de la ciudadanía es una exigencia política: aprender a vivir juntos, es decir, aprender a hacer juntos la ley. Aprender a ser demócratas y a ser ciudadanas y ciudadanos no se puede lograr en las actividades de tiempo libre, en los clubes en los que se escoge la compañía entre las amistades, sino en la institución escolar, es decir, en las clases de matemáticas, de historia, de biología, de educación física, de educación artística, de tecnología, etc., donde no se selecciona con quiénes debemos aprender y realizar las tareas escolares. Bernard DEFRANCE, apoyándose en numerosos testimonios de docentes y estudiantes, muestra por qué pueden aparecer las situaciones de bloqueo o los conflictos violentos y cómo es posible sobreponerse a ellos permitiendo a la comunidad escolar encontrar referencias y aceptar unas reglas válidas para organizar la convivencia. Esta obra es de gran utilidad tanto para el profesorado como para las familias y aporta claves decisivas para comprender la vida cotidiana en los centros educativos. Bernard DEFRANCE es profesor de filosofía en el liceo Maurice Utrillo de Stains en Francia y Secretario General de la sección francesa de Défense des Enfants International (DEI-France).