Los árabes conciben la medicina de modo semejante a sus predecesores helenísticos. La botánica, la farmacología o la higiene forman parte de una única ciencia que tiene como objetivo primordial el conocimiento del cuerpo humano, la capacidad de sanarlo cuando enferma y, sobre todo, la búsqueda de su bienestar. En al-Ándalus, extremo occidental del mundo musulmán, Avenzoar, Averroes e Ibn al-Jatib son herederos de la tradición médica árabe anterior y representan su culminación. Sus vidas se desarrollan ligadas a la corte musulmana y a sus soberanos, y muestran cómo las existencias de los personajes próximos al sultán penden del hilo de las intrigas palatinas. A pesar de la distancia en el tiempo que les separa y de que cada uno sirve a una dinastía diferente, los tres conocen la gloria y los privilegios derivados del poder político y también sufren la tragedia de la difamación y la persecución.