«Esta rosa fué testigo» de ése, que si amor no fué, ninguno otro amor sería. Esta rosa fué testigo de cuando te diste mía! El día, yá no lo sé- sí lo sé, mas no lo digo- Esta rosa fué testigo. (...) «Esta rosa fué testigo» de ése, que si amor no fué, ninguno otro amor sería. Esta rosa fué testigo de cuando te diste mía! El día, yá no lo sé- sí lo sé, mas no lo digo- Esta rosa fué testigo. ""Ritornelo"" (fragmento), de León de Greiff. León de Greiff (Medellín, 1895-Bogotá, 1976) es uno de los más notables poetas colombianos, autor de algunos poemas que se cuentan entre los más conocidos, aprendidos y antologados de la poesía colombiana y, además, de una vasta, compleja y magistral obra poética. Ante todo, De Greiff -y esto es lo importante- es un poeta único. Nadie se le parece. No fue imitador de sus maestros modernistas; y no tuvo epígonos ni dejó discípulos porque su particularísima manera de escribir, desarrollada por otro individuo, acabaría sin remedio pareciendo un pastiche. Él es él. Hay en esta poesía una primera fuente de goce, la materia misma de los textos, las palabras, los sustantivos que inventa -nunca arbitrariamente, siempre con un ancla lexicológica o etimológica-, tan gozosamente descubiertos, tan juguetonamente empleados, los juegos con las palabras, los arcaísmos, las sintaxis inesperadas, el eterno juego de la repetición, de la enumeración. Y hay más: ese humor que comienza por él. Para no hablar de los momentos de un lirismo nuevo y puro y transparente, como en los poemas de amor. Para no hablar de su capacidad narrativa que tanto lo llamaba con la tentación de escribir novelas, novelones y novelines. Todo esto lo he querido quintaesenciar con este conjunto de poemas que muestran, espero, lo mejor de las cuatro mil quinientas páginas reunidas en su Obra Poética, su Obra Dispersa y su Obra Completa.