Por primera vez en la historia, el siglo xx permitió que pudieran grabarse las interpretaciones musicales. Con la aparición del disco ya nada volvió a ser igual, tanto comercial como artísticamente: por un lado, hacía posible escuchar música sin asistir físicamente a un concierto; por otro, permitía documentar interpretaciones que hasta entonces quedaban depositadas únicamente en la memoria de los oyentes. Timothy Day utiliza las grabaciones como herramienta para analizar la historia musical del siglo xx e investiga el trabajo de los grandes ingenieros de grabación-empresarios y el desarrollo de los sellos musicales clásicos. Asimismo, aborda una serie de cuestiones como: ¿Qué es autenticidad histórica? ¿Constituyen las grabaciones una forma de arte por derecho propio? ¿Son fraudulentas de alguna manera las grabaciones que aportan técnicas impecables a artistas incompetentes? ¿Qué esperan los oyentes de una interpretación grabada?